¿Por qué “Dime”?
Dentro de la disciplina de Lenguaje y comunicación, la lectura de diversos textos es una de las tareas más importantes que se realiza clase a clase para la comprensión, el aprendizaje y la generación de opiniones. Cada vez que socializamos la lectura de un texto acudimos a la pregunta ¿por qué?, con el fin de que los alumnos den argumentos de su respuesta afirmativa o negativa y, así, formular respuestas más completas.
Sin embargo, generalmente la pregunta "¿por qué?" no es respondida o simplemente se entregan argumentos insuficientes para reforzar su opinión. Chambers sugiere en este capítulo, eliminar esta pregunta de los momentos de diálogo con los estudiantes, ya que esta, usualmente, suena agresiva, amenazante, contendiente, examinadora. También expone que es una interrogante que tiene como fin abarcar todo y es demasiado extensa para contestarla de una vez, puesto que nadie puede explicar en un par de oraciones por qué le gustó o disgustó un libro.
El efecto intimidante de “¿por qué?” genera preguntas breves, tímidas, redundantes y repetitivas, por lo tanto, no es muy difícil conocer y evaluar la comprensión de lectura de los estudiantes. Ante esto, el autor propone que para tener una conversación extensa y enriquecedora de un libro, se debe comenzar por destacar un detalle que los alumnos puedan explicar fácilmente. Un ejemplo de esto sería consultar qué aspectos o momentos les gustó o disgustó del libro.
Para evitar la pregunta "¿por qué?", Chambers propone reemplazarla por "Dime..." ya que refleja el interés por parte del profesor/a por lo que piensa el alumno sobre lo consultado y esto, a su vez, promueve el diálogo conversacional en vez del interrogatorio. Así, los estudiantes ya no sentirán temor por el diálogo con sus pares y el docente, tornándose una instancia óptima para el aprendizaje.
Sin embargo, generalmente la pregunta "¿por qué?" no es respondida o simplemente se entregan argumentos insuficientes para reforzar su opinión. Chambers sugiere en este capítulo, eliminar esta pregunta de los momentos de diálogo con los estudiantes, ya que esta, usualmente, suena agresiva, amenazante, contendiente, examinadora. También expone que es una interrogante que tiene como fin abarcar todo y es demasiado extensa para contestarla de una vez, puesto que nadie puede explicar en un par de oraciones por qué le gustó o disgustó un libro.
El efecto intimidante de “¿por qué?” genera preguntas breves, tímidas, redundantes y repetitivas, por lo tanto, no es muy difícil conocer y evaluar la comprensión de lectura de los estudiantes. Ante esto, el autor propone que para tener una conversación extensa y enriquecedora de un libro, se debe comenzar por destacar un detalle que los alumnos puedan explicar fácilmente. Un ejemplo de esto sería consultar qué aspectos o momentos les gustó o disgustó del libro.
Para evitar la pregunta "¿por qué?", Chambers propone reemplazarla por "Dime..." ya que refleja el interés por parte del profesor/a por lo que piensa el alumno sobre lo consultado y esto, a su vez, promueve el diálogo conversacional en vez del interrogatorio. Así, los estudiantes ya no sentirán temor por el diálogo con sus pares y el docente, tornándose una instancia óptima para el aprendizaje.
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